lunes, 25 de julio de 2011

Palabras de Louise L. Hay



Cuando me aferro al pasado con amargura y rabia,
y no permito vivir el momento presente, desaprovecho
el día de hoy. Si hace mucho tiempo que me aferro
a la amargura y el rencor, eso quiere decir que falta
perdonarme a mí, no a otra persona. Si me aferro
a mis viejas heridas, me castigo aquí y ahora. No
quiero permanecer más en una prisión de farisaico
resentimiento. Decido que prefiero ser feliz que tener
razón. Me perdono y dejo de castigarme.

Cada experiencia es un escalón en la vida, incluyendo los supuestos
errrores. Me amo por mis errores y mis desaciertos, porque son
muy valiosos para mi: me han enseñado muchas cosas. Así es como
se aprende. Me dispongo a dejar de castigarme por mis errores.
En lugar de ello, me amo por mi buena disposición a aprender
y crecer.

Ciertamente, soy una persona bienaventurada. Dispongo de maravillosas oportunidades de ser yo, de expresarme tal como realmente soy. Soy la
belleza y la alegría del universo, que se dan y se reciben. Me rodeo de la
rectitud y de la justicia divina. Sé que tiene lugar la correcta acción divina
y que sea cual sea el resultado, será perfecto para mi y todas las personas
afectadas. Formo una unidad con el mismo poder que me creó. Soy una
persona maravillosa. Me alegra la verdad de mi ser. Lo acepto y dejo que
sea así. Digo "asi sea" y se que todo esta bien en mi maravilloso mundo,
aquí mismo y ahora mismo.




Louise L. Hay

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