![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpvP-uMyJybpr_Ufw0Td4-t7AFeVPH0IeeEIf0lprzs9QXNQfSCKkD1dbX_0adKruDRESAodfexJZMS22bIsJThzaoNQ4H6mfEQZFq4SN_wqyLlTSzFLWRZ3-CdYJRu8QMGljqzteX69a_/s320/Mujer+y+aires+con+corazones.jpg)
Cuando me aferro al pasado con amargura y rabia,
y no permito vivir el momento presente, desaprovecho
el día de hoy. Si hace mucho tiempo que me aferro
a la amargura y el rencor, eso quiere decir que falta
perdonarme a mí, no a otra persona. Si me aferro
a mis viejas heridas, me castigo aquí y ahora. No
quiero permanecer más en una prisión de farisaico
resentimiento. Decido que prefiero ser feliz que tener
razón. Me perdono y dejo de castigarme.
Cada experiencia es un escalón en la vida, incluyendo los supuestos
errrores. Me amo por mis errores y mis desaciertos, porque son
muy valiosos para mi: me han enseñado muchas cosas. Así es como
se aprende. Me dispongo a dejar de castigarme por mis errores.
En lugar de ello, me amo por mi buena disposición a aprender
y crecer.
Ciertamente, soy una persona bienaventurada. Dispongo de maravillosas oportunidades de ser yo, de expresarme tal como realmente soy. Soy la
belleza y la alegría del universo, que se dan y se reciben. Me rodeo de la
rectitud y de la justicia divina. Sé que tiene lugar la correcta acción divina
y que sea cual sea el resultado, será perfecto para mi y todas las personas
afectadas. Formo una unidad con el mismo poder que me creó. Soy una
persona maravillosa. Me alegra la verdad de mi ser. Lo acepto y dejo que
sea así. Digo "asi sea" y se que todo esta bien en mi maravilloso mundo,
aquí mismo y ahora mismo.
Louise L. Hay
No hay comentarios:
Publicar un comentario