domingo, 25 de septiembre de 2011

Necesidad de Dios. Palabras de un sacerdote.



EL HOMBRE TIENE NECESIDAD DE DIOS, o ¿acaso las cosas van bien sin Él?
Cuando en una primera fase de LA AUSENCIA DE DIOS, su luz sigue mandando sus reflejos y mantiene unido el orden de la existencia humana, se tiene la impresión que las cosas funcionan incluso sin Dios.
PERO CUANTO MÁS SE ALEJA el mundo de Dios, tanto más resulta claro que el hombre, en el hybris del poder, en el vacío del corazón y en el ansia de satisfacción y de felicidad, "PIERDE" CADA VEZ MÁS LA VIDA.
La sed de infinito está presente en el hombre de tal manera que no se puede extirpar.
El hombre ha sido creado para relacionarse con Dios y tiene necesidad de Él.
Sin embargo, hay mucha gente que vive alejada de la fe en Cristo y de la comunión de la Iglesia.
No debemos callar ante el hecho de que el mal existe.
En Alemania, se vivieron dos gobiernos ateos, y toda la población sufrió sus terribles consecuencias...
En Alemania, EL NAZISMO, primero, Y EL COMUNISMO después en la RDD, fueron dos lluvias ácidas que cayeron sobre la fe...
las "horribles" imágenes de los campos de concentración MUESTRAN DE LO QUE ES CAPAZ EL HOMBRE CUANDO RECHAZA A DIOS y el rostro que puede asumir un pueblo.
Muchas consecuencias tardías de aquellos tiempos hay que eliminarlas aún hoy, sobre todo en el ámbito intelectual y religioso.
Todavía, hay mucha gente que vive alejada de Dios y de la Fe de la Iglesia.
Por eso, hoy os recuerdo que "ALLÍ DONDE HAY DIOS HAY FUTURO".
La "autorrealización", es hoy una teoría de moda, pero no lleva al hombre a su verdadero desarrollo, y fácilmente puede convertirse en una forma de egoísmo refinado
El verdadero desarrollo del hombre se logra mediante LA ENTREGA DE SI MISMO A DIOS y al prójimo.
Fueron muchas las familias y católicos que RESISTIERON A LA IDEOLOGÍA comunista.
Que Dios les recompense abundantemente SU PERSEVERANCIA en la fe.
El testimonio valiente y LA CONFIANZA paciente en LA PROVIDENCIA de Dios son como una semilla valiosa que promete un fruto abundante para el futuro.
LA PRESENCIA DE DIOS se manifiesta, de modo particularmente claro, EN SUS SANTOS.
Su testimonio de fe puede darnos también hoy la fuerza para un nuevo despertar.
Los santos nos muestran que ES POSIBLE y bueno VIVIR DE MANERA RADICAL la relación con Dios, PONER A DIOS EN PRIMER LUGAR y no como una realidad más entre otras.
Los santos nos muestran de manera evidente el hecho de que DIOS HA TOMADO LA INICIATIVA de dirigirse a nosotros; en Jesucristo SE HA MANIFESTADO y se nos manifiesta. Cristo SALE A NUESTRO ENCUENTRO, habla a cada uno y lo INVITA A SEGUIRLO.
Los santos han tomado en serio esta posibilidad, decirlo por así, en el continuo diálogo de la oración, han tendido a Él desde lo más recóndito de su ser, y de Él recibieron la luz que les abrió a la vida verdadera.
La fe es siempre, y esencialmente, un CREER JUNTO CON OTROS.
El hecho de poder creer lo debo sobre todo a Dios que se dirige a mí y, por decirlo así, "enciende" mi fe. Pero, más concretamente, debo mi fe también a los que están cerca de mí y que han creído antes que yo y creen conmigo.
Este "con", sin el cual no es posible una fe personal, es LA IGLESIA.
Y esta Iglesia FRANQUEZA LAS FRONTERAS de los países...y este intercambio espiritual...se extiende a través de toda la Iglesia universal.
Si nos abrimos a toda fe, en la historia entera y en los testimonios
de toda la Iglesia, entonces la fe católica tiene futuro TAMBIÉN COMO FUERZA PÚBLICA en nuestra nación.
También LOS SANTOS nos muestran la gran fecundidad de una vida santa, de ese amor radical por Dios y por el prójimo. Los santos, AUNQUE sólo SEAN POCOS, también CAMBIAN EL MUNDO.
Javier Galdeano

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Sol, mar y cielo (2)



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viernes, 9 de septiembre de 2011

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hablando de música: Tiempo de atención. Antonio Muñoz Molina.

Es justo ahora, en estos tiempos de fugacidad alimentada por la tecnología y de incesante presión comercial disfrazada de halago cuando más importan las artes, dice John Adams, y especialmente la música, la gran música que requiere concentración y paciencia, atención sostenida.

Este año dio el discurso de clausura a los estudiantes de la Juilliard School, y fue eso lo que les dijo: escuchar música, hacerla, requiere una forma de concentración que es más valiosa cada vez porque se va volviendo más difícil: no cabe la distracción momentánea de una llamada de teléfono móvil, el aviso de que acaba de llegar un mensaje de texto, la versatilidad incesante de una lista de canciones de iTunes.

No hay distracciones en el tiempo de la música, no cabe interpretarla o escucharla a no ser que se pongan los cinco sentidos, que se deje en suspenso el tiempo exterior a ella. Wagner fue un radical al exigir esa atención prolongada y absoluta hace ya casi siglo y medio; en literatura, Proust o Thomas Mann o Joyce demandaron lo mismo a quienes se acercaran a sus libros.

Es mucho pedir, pero la recompensa también es muy alta: la experiencia de un presente puro, de un tiempo fuera del tiempo. Es un regalo que no sólo dan las artes, pero sin él no se puede saber lo que es el paraíso, los breves paraísos de la vida humana.
(Por Antonio Muñoz Molina, en Scherzo nº 266, sep 2011)

lunes, 5 de septiembre de 2011

ARTÍCULO DE PACO ROBLES EN ABC.

Una comida diferente

Pagó la última ronda de unas cervezas que le habían sentado divinamente después de una intensa semana de trabajo, se lo habían pasado bomba despotricando del viaje del Papa, de la hipocresía de la Iglesia , de todo lo que les pedía el anticlericalismo que los unía como la amistad que se profesaban y que les servía para estar colocados en la misma empresa pública de la Junta. Se fue a casa para comer algo antes de echarse una buena siesta, pero de camino se encontró con un olor que lo llevó directamente hasta el paraíso efímero de su infancia. Un olor a cocido, a caldo humeante, el aroma que lo recibía cuando llegaba a su casa después del colegio, con su madre atareada en la humilde cocina donde la olla hervía sin cesar.
Entró en un local que le pareció un restaurante modesto, pero con encanto; iba distraído, pensando en el Informe Técnico sobre Prevención de Riesgos Psicosociales de las Personas Expuestas a Situaciones de Disrupción Económica Familiar que le habían encargado en la empresa pública donde trabaja. En realidad, no era un restaurante; sino un autoservicio frecuentado por gente de toda condición. Había personas ataviadas a la antigua usanza, junto a individuos solitarios que vestían según las normas alternativas del arte povera. De pronto abrió los ojos y se quedó pasmado al comprobar que, quien le servía la comida en la bandeja, era una monja. Aquello era un comedor social y se vio rodeado de eso que nunca se nombra en los informes ni en los dosieres que prepara: pobres.
Quiso retirarse; pero la monja no lo dejó. Le sonrió y le dijo que no se preocupara, que la primera vez es la más complicada, que no debía avergonzarse de nada, que el cocido estaba buenísimo y que, de segundo, había filete empanado; que no se perdiera las vitaminas de la ensalada ni de la fruta, y que podía rematar la comida con un helado de los que había regalado una fábrica cuyo nombre obvió. Se vio sentado a una mesa donde un matrimonio mayor, y bien vestido, comía en silencio, sin levantar los ojos de la bandeja. Enfrente, un tipo con barba descuidada sonreía mientras devoraba el filete empanado y le contaba su vida; había perdido el trabajo, el banco se había quedado con su casa, después del divorcio no sabía a dónde ir; menos mal que las monjas le daban comida y ropa, y que dormía en el albergue bajo techo. «Al final, he tenido suerte en la vida, compañero; así que no te agobies, que de todo se sale?»
No podía creer lo que estaba sucediendo. Nadie le había pedido nada por darle de comer, ni le habían preguntado por sus creencias. Se limitaban a darle de comer al hambriento, sin adjetivos. Al salir, no le dio las gracias a la monja que le había dado de comer. Pero no fue por mala educación, sino porque no podía articular palabra. Una inclinación de cabeza. Ella le contestó con una sonrisa leve. «Vuelve cuando lo necesites y, si no estoy, di que vienes de parte mía. Me llamo Esperanza».
Pregunta:
¿Hay algún comedor social regido por ateos o por los sindicatos?

Rosa

domingo, 4 de septiembre de 2011

La aceptación propia. Louise L. Hay


"Acepto todo lo que forma parte de mi"

Lo más importante para sanar y convertirse en una persona completa
es que acepte todo lo que forma parte de mi. Acepto los momentos
en que he hecho bien las cosas y los momentos en que no las he
hecho tan bien, los momentos en que he tenido miedo y los momentos
en que he amado, los momentos en que he actuado de un modo necio
e insensato y los momentos en que me he comportado de una manera
inteligente e ingeniosa, los momentos en que he hecho el ridículo y los
momentos en que he triunfado. Todo eso forma parte de mi. Muchos
de mis problemas provienen de rechazar partes mías, de no amarme
total e incondicionalmente. No miro hacia atrás en mi vida con
vergüenza. Veo el pasado como una parte de la riqueza y la plenitud
de la vida. Sin esa riqueza y esa plenitud, no estaría hoy aquí. Cuando
me acepto por completo, me convierto en una persona sana y entera.

Louise L Hay