Cultivo una rosa blanca, en julio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca. Y para el cruel, que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo: cultivo una rosa blanca. José Martí.
jueves, 25 de agosto de 2011
¿Sabías de donde viene el termino gilipollas?
En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo entre el Paseo
Imperial y la Ronda de Segovia. Es una calle dedicada al que fue
alcalde de la capital, D. Gil Imón, por los tiempos de doña Mariquita
de mi corazón, cuando el duque de Osuna organizaba sus célebres
bailes, a los que acudía la crema social, para poner en el escaparate
familiar a lindas damitas de la buena sociedad, como oferta casadera,
las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré. A las
damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", que en
el Diccionario de la Real Academia Española llevan, como sexta
acepción, figurada y familiarmente, el significado de jovencitas, algo
que hoy se ignora, pues el lenguaje en la actualidad se ha vuelto
recio y tosco: la polla de entonces es la "tía"de ahora y las mentes
malévolas sustituyen el significado antiguo por otro de morbosas
connotaciones.
El tal Don Gil era un personaje de relieve (la prueba está en que
tiene dedicada una calle) y su nombre aparecía frecuentemente en los
ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre,
después de atender a los acuciantes problemas que su cargo de alcalde
comportaba, se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes
familiares, como buen padre.
Tenía dos hijas en edad de merecer. Se hacía acompañar por ellas a
todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad
municipal, tenía que acudir. Tras la imponencia de unos bigotes
municipales, se ocultaba un corazón de padre.
-¿Ha llegado ya D. Gil?
-Sí, ya ha llegado D. Gil y, como siempre, viene acompañado de sus pollas.
D. Gil departía animadamente con los próceres de la actualidad, y,
mientras tanto, sus pollitas iban a ocupar algún asiento que
descubrieran desocupado, a esperar a que algún pollo (en masculino
(solía aderezarse con pera:"pollo-pera") se les acercase, cosa siempre
poco probable. La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la
asociación mental de tontuelidad con D. Gil y sus pollas.
Al tonto, a secas, podía llamársele: bambarria, menguado, zampatortas,
chirrichote, rudo, zamacuco, papanatas, tolondro, ciruelo, zote,
mamacallos, mameluco, majadero, zopenco, mastuerzo, borrico, tonto,
necio, obtuso, imbécil, mentecato, idiota, torpe, lelo. Pero ¿cómo
describir esa circunstancia tan compleja de tontuelidad inconsciente?
Se dice que el que es tonto y lo sabe, no es tonto del tó.
Los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil: para
expresar la idea de tontuelo, tontaina, tontucio, tontuelidad integral
e inconsciente (lo de con malicia o sin malicia es otra cuestión; con
el tiempo, habrá de todo) ¡Ya está!: Gil (D.Gil)- y - pollas (las dos
jovencitas hijas suyas) = gil-i-pollas.
Y cundió la especie por "el todo Madrid", que compuso esta palabra
especial, castiza, nacida en la Capital del Reino y, puesta en
circulación con el marchamo del Oso y el Madroño, siendo después
exportada al resto de España, ganándose a pulso el derecho de entrar
en la Real Academia Española.
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