-Cantar, oh dioses,
si sus oidos nos prestaran y la música fluyera
cual cauce, manantial de agua ligera
que fluye entre los dedos de las manos
-Dejar las notas áridas, al menos
para que en la voz crezca la quimera
y entre sonidos, la verdad postrera
se haga presente entre los ojos canos
-Más, qué estremecimiento nos agita
cuando la melodia se nos muere
para dejar de lado lo sublime
-Será que el corazón la luz evita
-Será que no sabemos a quien quiere
-Será que por gemir, al cantar gime.
Fotografía de Josefina Carrascón Garrido.
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